jueves, 27 de noviembre de 2014

Mi caso sobre los prejuicios y la violencia

Recogí a mi perro en la calle. Desde el primer día creo que traté de darle lo mejor que he podido, apadrinado por Andrés, lo llevamos al médico por sus vacunas, su desparasitación, y demás. Me di cuenta que tenía problemas para socializar, es nervioso y muy posiblemente en el pasado fue utilizado para pelear. Tiene cicatrices en la cara y en las patas. Es un gran perro, los que lo conocen lo saben. Fue esterilizado como una forma de reducir su temperamento. A punto de rendirme, conocí a Rafael, que me empezó a ayudar a cambiar esta actitud social de Astro. A hacer ejercicio para que el ánimo del perro se oriente mejor, a hacer amigos canes, a subir la montaña y aprender a ver otros animales, aprendí a llevar al perro en la bicicleta para que tuviera una rutina y estuviera mejor, hasta participó en la carrera de canicross. No es un ángel, pero puedo asegurar con certeza que es uno de los seres más cariñosos y fieles que he conocido. Que es consentido y le gusta mucho jugar, que le gusta mucho dar y recibir amor. Incluso vive con otro perro, y soporta los mordiscos feroces y los cambios de ánimo sin chistar. Así es Astro. 

Un día que estábamos jugando a la pelota en el parque de mi barrio, pasó un perro, así que lo agarré mientras pasaba. El perro y sus dueños pasaron y ya no estaban a la vista. Y ahí fallé en predecir a Astro. Cuando lo solté, se fue a perseguir al otro perro. Astro corre muy rápido y fue y ladró al otro perro y los dueños del perro lo pateaban y lo alejaban. Astro me vio y regresó a mí. Entonces estos dos señores, uno es como francés y el otro no sé, estaban como locos, gritándome y diciéndome que pudo haber matado al perro de ellos, que pudo ser un niño, que qué me pasaba, que iban a ir a la policía a que me quitaran el perro. Arrinconándome contra la pared y con esa postura de acercarse de frente a poner su cara sobre mí, gritándome sin parar, con un desespero terrible. Lo único que pude decir fue que lo sentía, porque en verdad no pensé que él se fuera a desviar de su cosa favorita que es la pelota. En fin, mala tarde. El tipo finalizó diciéndome que no me quería ver por el barrio, ni a mí ni a mi perro, que si me volvía a ver iba a ir a la policía, que le diera mi nombre que me iba a quitar el perro. Y Astro ya nunca quiso al perro con el que alguna vez estuvo jugando amistosamente, a manos de otro dueño, un muchacho.

Entonces, no pudimos volver a salir a jugar a la pelota en el barrio. Para evitar quejas y posibles encuentros, a usar bozal a todas partes. Y no volverlo a soltar por ahí. Salimos en lo posible muy temprano en la mañana y tarde en la noche para no encontrarnos ni con este perro y sus dueños ni tener inconvenientes, pero la verdad es que el ánimo de Astro ha mejorado mucho, la cantidad de episodios ansiosos al ver a otros perros se ha reducido montones, la tranquilidad de ir al parque y saber que ya no tenemos que alejarnos una cuadra completa sino algunos metros con los otros canes es mucho mayor, prácticamente ni ladra. Pero Astro tiene odios puntuales. Odia al perro de la historia, odia al perro de una vecina muy querida, que de hecho lo mordió un día. Sé que con ellos es casi imposible.

Habían pasado muchos meses y salí con mi hermana y mis perros al parque, y nos volvimos a encontrar a este señor con su perro. Él ni siquiera se quiso correr y Astro se puso muy ansioso a ladrar y a jalar. Entonces le dije, por qué si sabe que el perro se pone así, no se corre y no quiso, empezó a decirnos cosas, que iba a ir a la policía, que ya era la segunda vez (segunda vez que nos vemos), que yo no puedo tener al perro, y yo sólo traté de que astro se calmara y corrernos un poco, así que empezó a decirle estas cosas a mi hermana y ella respondió y él iba tras nosotros con el perro, hasta que se fue. Se fue y luego lo vimos por otra calle, así que tuvimos que dar vuelta atrás y regresar a la casa.

Hoy, salí de mi casa con mis perros, y tuvimos la suerte de que este señor iba bajando por la otra calle con su perro, Astro se puso a ladrar y entonces el tipo nos vió. Yo me detuve, calmé a Astro, lo hago sentarse y cuando veo que ya no está tan ansioso seguimos. Pensé que este señor ya se había ido pero no, estaba esperándome en la esquina, teléfono en mano, grabándome, a mí y al perro. Grabándome. Astro ansioso, Mefis ladrando desde su maleta, yo sólo traté de seguir, jalar a Astro y seguir. No atiné a decirle nada, ni quería regresarme, porque esto iba a alterar al perro, y ya me da mucho estrés ver a este señor. Voy siguiendo a la próxima calle, y volteo a ver si puedo cruzar, el tipo va detrás mío, grabándome.  Hasta que salí de mi barrio.

No sé qué tan incómodo se sienta pensar que es desigual que una que otra boba no dé la silla en el bus, y nos haga quedar mal a las que queremos que todos seamos igual de bien tratados. Pero sé que lo que pasó hoy raya en lo incómodo y molesto, sé que es un abuso de su parte, aprovechar que voy sola? no sé, que soy mujer? no sé, que no peso más de 50 kilos y no puedo imponerme corporalmente? no sé, pero es una forma de intimidación que considero inaceptable. Sólo porque no le parece que yo pueda tener un perro mediano que por desgracia no quiere al perro de él. La sensación de hoy de ver que una persona me persigue con su cámara porque está buscando razones para quitarme mi perro, el perro al que escogí darle un techo y todo mi corazón, y que a pesar de su carácter y los días difíciles, está ahí para mí, que me recibe con alegría, y por el que trato y he hecho tantas cosas, sólo porque este vecino no sabe nada de la historia, y está lleno de resentimiento y cree que porque estoy sola por la calle puede hacer cosas tan feas como ésa, es horrible. Me siento tan vulnerable como impotente, al frente de una persona así, que tiene suficiente rencor para perseguirme con una cámara y tratar de probar "su punto". Que mi perro va con bozal y correa, que es un perro que ladra y que se pone cansón de cuando en cuando.

A mí me parece que su conducta es agresiva, más que la del perro que él critica, y es odiosa y violenta. No me toca ni con un pétalo, porque no necesita sino perseguirme y decirme cosas, porque no me quiere ver en el barrio con mi perro. Así es la cosa.